Me encanta contar la historia de principio a fin una y otra y otra vez. Hay veces en las que incluso me había olvidado algún detalle colorido que de golpe me viene a la memoria y sale afuera de mi cabeza con toda la adrenalina, y la alegría es imposible de disimular. Pero me cansa contar la historia cuando se de ante mano por donde viene la devolución, la opinión del otro. No es que no me banque escuchar opiniones adversas, al contrario, todo enriquece y en general hasta confirma mi propia forma de pensar. Lo que me molesta es cuando el que te escucha no aguanta las ganas de que termines porque quiere tirarte abajo toda tu historia con su contestación. JAA, como si alguien tuviera ese poder...
Miles de veces me sugirieron ser más racional con este tema, darle una vuelta de tuerca un poco más realista. Punto número uno: no es la primera vez que repienso y me vuelvo a cuestionar la situación. Me hablan como si yo misma no supiera que en algún punto recóndito tienen toda la razón del mundo. Creo que muchos llegan a pensar que todo esto es una elección. Las elecciones son conscientes, son adrede. Me parece que está claro que la mano no viene por ese lado... No es una elección. Ningún sentimiento es una elección.
Punto número dos: aunque tuviera la capacidad de cambiar lo que siento, no puedo asegurar que lo haría. Suena masoquista, pero no lo es. Lo que me pasa es totalmente placentero. Con sus idas y venidas, sus altibajos y sus miles de complicaciones, si, pero es perfecto. Basta de querer racionalizar la vida, si? No todo es matemático, GRACIAS AL CIELO ♥, así que ¿por qué actuar como si existiera algún merito extra por inclinarnos hacia el lado izquierdo del cerebro?
I don't think, I feel ♥
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